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Documento BOE-A-2024-2764

Resolución de 22 de noviembre de 2023, de la Vicepresidencia Primera y Conselleria de Cultura y Deporte, por la que se incoa expediente para complementar la declaración de bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la «Romeria de les Canyes de Castelló», con la que se incorpora la Procesión de las Gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.

Publicado en:
«BOE» núm. 38, de 13 de febrero de 2024, páginas 17254 a 17276 (23 págs.)
Sección:
III. Otras disposiciones
Departamento:
Comunitat Valenciana
Referencia:
BOE-A-2024-2764

TEXTO ORIGINAL

El artículo 12 del Estatuto de Autonomía de la Comunitat Valenciana señala que corresponde a la Generalitat velar por la protección y la defensa de la identidad y los valores e intereses del pueblo valenciano y el respeto a la diversidad cultural de la Comunitat Valenciana y su patrimonio histórico.

Por otro lado, la Ley 4/1998, de 11 de junio, del patrimonio cultural valenciano, establece en el artículo 45 que serán declarados bienes inmateriales de interés cultural las actividades, las creaciones, los conocimientos, las prácticas, los usos y las técnicas que constituyen las manifestaciones más representativas y valiosas de la cultura y de las formas de vida tradicionales de los valencianos, así como las tradiciones en sus manifestaciones musicales, artísticas, gastronómicas o de ocio, y especialmente las que han sido objeto de transmisión oral, y las que mantienen y potencian el uso del valenciano.

Por el Decreto 30/2017, de 3 de marzo, del Consell (DOGV 7997, 10 de marzo de 2017), se declaró bien de interés cultural inmaterial la Romeria de les Canyes de Castelló. Vista la conformidad de los interesados en la complementación del mencionado decreto con la inclusión en este de la procesión de las gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.

Considerando lo que disponen los artículos 27 y 28 de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del patrimonio cultural valenciano, y de conformidad con la propuesta elevada por la Dirección General de Patrimonio Cultural y sus servicios técnicos, es procedente complementar en orden a su mejora tutelar la declaración del Bien de Interés Cultural Inmaterial de la Romeria de les Canyes de Castelló y, por lo tanto, resuelvo:

Primero. Objeto.

Incoar el expediente para complementar la declaración del bien de interés cultural, con la categoría de bien inmaterial, de la Romeria de les Canyes de Castelló, e incorporar la procesión de las gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana.

Segundo. Descripción del bien y valores.

De conformidad con los artículos 28 y 45 de la Ley de la Generalitat Valenciana 4/1998, de 11 de junio, del patrimonio cultural valenciano, se hacen constar en el anexo de la presente resolución la descripción del bien y sus valores.

Tercero. Medidas de protección y salvaguardia.

La protección de la Romeria de les Canyes de Castelló y la procesión de las gaiatas, y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana como patrimonio cultural inmaterial, se concretará en las medidas siguientes:

a) Realizar trabajos de identificación, descripción, investigación, estudio y documentación con criterios científicos.

b) Incorporar los testimonios disponibles a apoyos materiales que garanticen su protección y preservación.

c) Velar por el normal desarrollo y pervivencia de esta manifestación cultural, así como tutelar la conservación de sus valores tradicionales y su transmisión a las generaciones futuras.

Cualquier cambio que exceda el desarrollo normal de los elementos que forman esta manifestación cultural se deberá comunicar a la dirección general competente en materia de patrimonio cultural para, en su caso, su autorización administrativa y consiguiente modificación de la presente declaración.

Las acciones de salvaguardia que se proyectan deberán tener en cuenta, de manera muy especial, los riesgos de desvirtuación que se podrían derivar del turismo masivo, así como la necesidad de valorar y proteger adecuadamente los oficios tradicionales asociados a esta manifestación.

La gestión del bien la ejercerán la Iglesia católica, el Ayuntamiento de Castelló de la Plana y la Federación Gestora de Gaiatas, que serán los que decidan sobre aspectos materiales e inmateriales, así como sobre el desarrollo de la mencionada manifestación cultural.

Cuarto.

En cumplimiento de lo que preceptúa el artículo 27.3 de la Ley 4/1998, de 11 de junio, del patrimonio cultural valenciano, notificar la presente resolución a los interesados, así como comunicarla al Registro general de bienes de interés cultural para su anotación preventiva.

Quinto.

Publicar la presente resolución con su anexo en el «Diari Oficial de la Generalitat Valenciana» y en el «Boletín Oficial del Estado».

València, 22 de noviembre de 2023.–El Vicepresidente Primero y Conseller de Cultura y Deporte, Vicente José Barrera Simó.

ANEXO 1
La Romeria de les Canyes

1. Exposición de motivos.

La Romeria de les Canyes tiene tres significados:

1. Romería penitencial y de acción de gracias, con una celebración anual que rememora un voto conjunto entre el clero y las autoridades civiles de Castelló.

2. Conmemoración histórica, con una marcha en romería hasta el lugar donde estaba ubicada la población de Castelló antes de su traslado al llano en 1252.

3. Rito de afirmación colectiva de la propia identidad. La comunidad es la que le confiere el significado: símbolo de hermandad, de identidad y orgullo de pertenencia a la ciudad de Castelló, orgullo de genealogía.

Castelló de la Plana explica su identidad como pueblo con esta leyenda del traslado de los antiguos pobladores desde el cerro de la Magdalena hasta la llanura en una noche desagradable y oscura, en la que los fundadores de la ciudad caminaban apoyándose en cañas verdes, iluminados con farolillos que abrían el camino, y llevando a los niños sujetos con una cuerda para evitar que cayeran a las negras y fangosas aguas de los marjales. Por lo tanto, hace referencia al tiempo axial constitutivo de la comunidad y representa su mito básico fundacional, que significa la pertenencia a una entidad cívica que, por circunstancias históricas complejas, ha hecho del municipio su institución básica y la fe religiosa de esta comunidad.

2. Datos sobre el bien objeto de la declaración.

2.1 Denominación: la Romeria de les Canyes.

2.2 Localidad: Castelló de la Plana.

2.3 Fecha de realización: tercer domingo de Cuaresma, con una periodicidad anual (aunque inicialmente se celebraba el tercer sábado de Cuaresma).

2.4 Protagonistas: el clero, el Ayuntamiento y el pueblo, además de la representación oficial formada por las reinas, las madrinas y las comisiones de gaiatas. La romería está abierta a todos.

2.5 Antecedentes históricos.

La Romeria de les Canyes tiene en sus inicios una vinculación religiosa importante, asociada al traslado de la población de Castelló de la Plana desde la montaña hasta la llanura, el tercer sábado (y posteriormente domingo) de Cuaresma desde 1375. La romería se caracteriza por el desplazamiento a un lugar sagrado, de manera individual o colectiva, con la esperanza de conseguir un bien. Adquiere una dimensión ritual, puesto que tiene carácter anual y sobre todo implica identidad y pertenencia a un lugar determinado, de forma que entre los romeros hay un sentimiento de hermandad y vínculo identitario, que representa un símbolo inmaterial que se crea en estos contextos de sociabilidad.

En 1375 se tiene documentada una procesión: «... fon proposat en consell per lo dit síndich que com ell agués de volentat dels jurats donat I kafiç de forment a la karitat de la professó del Castell Vell...».

Se trataría de una típica procesión penitencial propia de la religiosidad medieval y directamente vinculada a las pestes que a menudo azotaban estas tierras. Diferentes historiadores vinculan la romería actual con las que empezaron a realizarse durante el siglo XVI, pero sin relacionarla con el traslado del castillo a la llanura. Estas romerías eran penitenciales y durante épocas de carestía, enfermedades o sequía se realizaban a ermitas u otros lugares considerados de culto alrededor de la ciudad. En 1503 el Consejo decide siete procesiones por la sequía, una de las cuales está dirigida al eremitorio de Santa María Magdalena. Se conservan los albaranes de los gastos de las procesiones realizadas a la mencionada ermita en 1572, puesto que se empieza a crear la costumbre de acudir a causa de la sequía que azotaba la zona. Será, por lo tanto, alrededor de 1562 y 1570 cuando se produce el llamado voto entre el clero y las autoridades, con el objetivo de hacer una romería anual al eremitorio de la Magdalena. En estos documentos se observa cierta instauración de una romería penitencial para invocar ayuda, tanto material como espiritual, a la ermita de Santa María Magdalena en el castillo Viejo, el tercer sábado de Cuaresma: «...e així mateix fonch proposat per dit jurat que el tercer dissabte de Quaresma acostuma la universitat fer cascun any a la hermita de Santa Magdalena una professó de pregàries de aygua...».

A lo largo de todo el siglo XVII se continúa haciendo la procesión, y será a mediados de este siglo cuando se bendecirá la ermita de San Roque de Canet. Durante el siglo XVIII se consolida la romería como una celebración popular, que recogen Diago en 1613 o Llorens de Clavell en 1730. En estos documentos aparecen temas importantes como la reconstrucción del eremitorio hasta adquirir la forma actual o la primera vez que surgen las gaiatas. Se describe la romería, con la participación del clero, autoridades, gremios y la misa con limosna a los pobres. También resulta curioso que describa el ritual de la vuelta (tornada) a la basílica del Lledó, la llegada a la ciudad y la procesión nocturna donde penitentes, mujeres y niñas «... llevando muchas luzes en gayatas de caña».

La romería se ha realizado de manera continuada, aunque con ciertas interrupciones debidas a carencia de dinero, problemas con la iglesia, hundimientos o guerras. De 1745 a 1749 no hubo romerías a la ermita de la Magdalena, puesto que el eremitorio estaba en ruinas y no había dinero para las celebraciones. En el 1750 se recupera, pero su sentido no es el mismo. Ahora se realiza la romería «con el motivo de ser de grazias y en memoria de la translación del pueblo del Heremitorio de la santa al presente sitio...».

Desde Tortosa, en 1774, se ordena que la vuelta se realice antes de anochecer, pero la Cofradía de la Sangre se opone porque las gaiatas no lucirán del mismo modo. Hubo diferentes prohibiciones durante varios años, hasta que en 1793 la romería cambia de día y será el domingo en lugar del sábado y, además, la vuelta se realiza hacia las cuatro de la tarde. Estas reformas han perdurado hasta hoy, pero la vuelta, que se hacía demasiado pronto, se fue cambiando hacia la noche para que las gaiatas pudieran lucir su esplendor.

En 1852 se celebra el VI centenario de la ciudad de Castelló, de forma que se introduce por primera vez la caña verde, y también cuatro personas vestidas con indumentaria tradicional a modo de heraldos con mazas, además de una modificación en el itinerario de la procesión hasta la salida de la ciudad.

A lo largo del siglo XX, la romería se consolida como manifestación de la identidad de todo un pueblo. Será a partir de 1952, con el cumpleaños fundacional de la ciudad, cuando se empiece a realizar una verdadera romería multitudinaria, además de instaurar para los romeros la cinta verde. Posteriormente, y a raíz de una extraña interpretación del Concilio Vaticano II, el clero deja de participar en la romería a excepción de un cura que lleva la reliquia y que preside la romería. Dejan de participar las órdenes monásticas, niños del Colegio de San Vicente Ferrer y de la antigua Beneficencia, y con estas ausencias se empiezan a perder los cánticos y ciertos rituales. En 1982 se crea la Colla de Cantors, con el restablecimiento de ciertos rituales, y en 1985 se renueva la tradición de los Gozos de Santa María Magdalena. En 1988 se escucha el cántico O vere Deus y en 1989 se restaura la tradición de la famosa vuelta a pie pasando por la basílica del Lledó, que finaliza en la puerta lateral de la concatedral de Santa María, desde la cual se había partido por la mañana. Las indumentarias se renuevan, el Ayuntamiento empieza a reaparecer en la vuelta, a la que se suman varias collas de las fiestas. En 1991 se publica la Consueta o ritual de la romería, con el fin de instaurar la Romeria de les Canyes como tradición, con su protocolo definitivo, además de la edición de la misa de la Magdalena en 1994.

2.6 Descripción del bien.

La Romeria de les Canyes muestra su carácter cívico-religioso desde el primer momento. Romería penitencial iniciada en 1375 y que, con el tiempo, ha adquirido un carácter multitudinario, en la que el pueblo y las autoridades eclesiásticas y municipales se unen para conmemorar el traslado del castillo Viejo a la llanura. En esta romería se produce una identificación del pueblo con sus orígenes.

La fiesta empieza la noche anterior, cuando la campana María empieza a voltear anunciando la fiesta grande de la ciudad, junto con el tradicional alumbramiento o «enfarolà» del campanario, el Fadrí, con luces y fuegos artificiales.

La romería se compone de diferentes partes:

1. La despertada. Señala el inicio del reparto de las cañas con las cintas verdes a los romeros en las dependencias del Mercado Central.

2. La misa de romeros o misa de las cañas.

3. La romería propiamente dicha con sus dos partes:

3.1 La ida: que incluye la salida desde la concatedral de Santa María hasta el eremitorio de la Magdalena, situado en el cerro del castillo Viejo.

El volteo de la campana Vicent anuncia que el día de la Magdalena ha llegado. Alrededor de las 07.30 horas se efectúan los toques de coro, que convocaban al clero y las autoridades de la ciudad. Además del volteo de esta campana, se hacen una despertada y desfiles de bandas de música y collas de dulzaineros por las calles de Castelló. La despertada marcará el inicio del reparto de cañas en el Mercado Central. También acostumbran los romeros a llevar un pañuelo atado al cuello.

La Romeria de les Canyes empieza a las 08.00 horas con la misa de romeros o misa de las cañas, que oficia el presbítero y es en valenciano. Acabada la misa, se coloca el relicario sobre el altar mayor. Todos los miembros del clero que participan en la romería salen hacia las 08.30 horas de la sacristía y se sitúan ante el altar mayor, y es normalmente el sacristán de Santa María el que lleva la cruz. Además, un niño o monaguillo, vestido de dominico y con un sombrero de ala ancha, lleva un farolillo encendido en la mano, a quien se denomina «Rata Grossa». El presbítero lleva capa pluvial morada como corresponde al tiempo de Cuaresma. Antes de que se acabe la misa, empieza a voltear la campana Ángel. Las autoridades empiezan a situarse en el porche del Ayuntamiento para dirigirse hacia el templo.

El protocolo es el siguiente: en primer lugar, la policía municipal con el uniforme de gala; a continuación, la colla de dulzaineros y tamborileros, los siguen los guardas de campo con el traje de pana de color verde con chaleco y chaqueta, además de sombrero de ala ancha y escopeta al hombro para hacer las salvas tradicionales. A estos los siguen los famosos heraldos desde 1852, cuya indumentaria consiste en calzón corto, jubón verde, alpargatas de esparto, dalmática de color rojo y boina. Las mazas que llevan se exponen el resto del año en el Museo Etnológico Municipal, situado en la ermita de San Jaime de Fadrell.

Después de este momento, se incorporan a la romería las gaiatas con las damas, las madrinas, las reinas de las fiestas y los miembros de la Junta de Fiestas. De modo que, una vez dentro de la concatedral, se forman dos filas en el pasillo central del templo, las autoridades ocupan el primer lugar, mientras que el alcalde y el obispo de la diócesis se sitúan a ambos lados del portador de la cruz. Cierra esta comitiva la banda municipal de música con el Rotllo i canya.

Durante la misa se cantan los cánticos llamados Exsurge Domine, antiguo canto gregoriano, común en las romerías para implorar protección a lo largo del camino. Una vez acabado el cántico, empiezan las letanías de los santos y, cuando finalizan, el presidente de la Romería se levanta y, cogiendo el relicario, inicia la Romería con la frase Procedamus in pace. En este momento los cantores invocan el O vere Deus, antiguo canto gregoriano que es interpretado muchas veces, a través del cual se pide salud, paz y gracia.

Llega el momento de abandonar el templo y organizarse en procesión, de modo que la romería se inicia con la Policía Municipal, seguida por la colla de dulzaineros y tamborileros, guardas rurales y heraldos, y detrás de ellos se sitúan los cantores, el clero, el presidente de la Romería y, finalmente, el sacristán de Santa María con el niño vestido de dominico.

La romería sale desde la plaza Mayor por la puerta principal y se dirige hacia la calle Mayor. En el momento en que la reliquia sale del templo, empiezan a sonar las campanas y se inicia una traca que acaba arriba del Fadrí después de dar la vuelta a toda la plaza. Los romeros se desplazan por la calle Mayor hasta la plaza de María Agustina. A lo largo de este recorrido las campanas no dejan de voltear, además de sonar tracas en todas las calles que desembocan a lo largo de la calle Mayor. En el momento que se llega a esta plaza, el Toll, donde antiguamente estaban las puertas de la muralla, los guardas de campo disparan salvas que continuarán a lo largo de la avenida de los Capuchinos, para indicar que ya no pueden protegernos, puesto que después de las murallas la responsabilidad de la romería va a cargo de los romeros. Cuando se llega al convento de los carmelitas, se inicia una traca al mismo tiempo que los maceros se retiran y la romería se encamina hacia el Primer Molino o molino de Paco el Barón, en el camino de los Molinos. En este molino el sacristán se quita la capa pluvial y se continúa por el camino de los Molinos hasta llegar al Caminàs, que nos lleva a la ermita de San Roque de Canet, donde se retoman las letanías a los santos y empiezan a sonar las tracas con los tiros de la guarda rural. Los cantores entonan después el O vere Deus, bajo la invocación de san Roque, y una vez en el interior se entonan los cánticos Omnes Sancti, Sanctae Dei, intercedite pro nobis. Y, después de que el obispo rece las plegarias, la reliquia se sitúa en el altar.

Mientras tanto, los romeros almuerzan en San Roque, a la vez que se voltea la campana. De este almuerzo nace la famosa expresión «figa i doset», que consiste en un buñuelo de higo con un trago de vino u otro licor. Será a las 11.00 horas cuando los romeros, habiendo descansado y comido, continúen su camino hacia la ermita de la Magdalena.

Cuando la romería llega al cruce de la carretera nacional y el Caminàs, se continúa hasta la ermita de la Magdalena bordeando el camino del Seminario Mater Dei. Desde el puente de la autopista, se empiezan a cantar nuevamente las letanías de los santos, a la vez que el sacristán se coloca la capa morada, cantando la O vere Deus, y continúan así hasta llegar a la puerta de la ermita. Los guardas rurales disparan salvas y la traca empieza en el momento que la reliquia entra al templo, a la vez que empieza una mascletada a los pies de la colina.

Dentro de la ermita se celebra una misa en valenciano después de colocar la reliquia en un lugar visible, la misa de la Magdalena, cantada por la colla de cantores y que finaliza con los gozos en loor de la santa. Después de la celebración eucarística, se come por los alrededores del templo, en la falda del pequeño montículo de la Magdalena. Y, después de comer, es costumbre subir a voltear la campana de la ermita de la Magdalena, situada en el antiguo torreón que se erige a manera de torre de la ermita. Los romeros van accediendo al eremitorio, rodeado de los puestos del porrat, donde también se venden los famosos rollos, elaborados con agua, harina, aceite, levadura y semillas. También destacan los rollos oficiales repartidos por el Ayuntamiento, cuyo origen se encuentra en el reparto de pan a los pobres. Después se hace una visita a la famosa piedra de la Sangre de los Moros: es el momento de iniciar la tornada. A modo de curiosidad, los miembros de la colla El Pixaví han instaurado la tradición llamada «a la una a l’era», en la que se bailan danzas tradicionales.

Cabe mencionar que hoy en día en la Consueta o ritual de la romería, publicada por primera vez en 1991, está determinado el protocolo de la Romeria de les Canyes.

3.2 La tornada: retorno de los romeros a la ciudad, y fin de la romería en las mismas puertas donde empieza, en la concatedral de Santa María. Este retorno de la romería es más intimista y conserva más puro el espíritu de procesión. Consta de tres momentos especiales: la bajada de los romeros de la Magdalena a la basílica del Lledó, la salida del Lledó hacia el Forn del Pla y, finalmente, el desfile de la procesión que recorrerá las principales calles de la ciudad.

La vuelta no siempre se realizó, puesto que es la parte más débil de la romería a causa del cariz intimista y religioso que rodea esta bajada a la llanura, entre otras causas. Ya en 1881 se intentaría cambiar el día de la romería para poder acudir a la corrida de toros. En 1941, finalmente, se pierde la costumbre de la bajada a pie por el Caminàs a la basílica del Lledó para ir a la plaza de toros. Será en 1989 cuando se volverá a recuperar la vuelta a pie siguiendo el antiguo camino hasta llegar al Lledó, que supone la revitalización de la bajada a pie o en carros guarnecidos y la recuperación de las tradiciones.

Hacia las 15.00 horas empiezan a prepararse para emprender la vuelta. Primeramente, se sitúan la Junta de Fiestas, la colla de los cantores y las autoridades oficiales ante la roca conocida como de la Sangre de los Moros, donde se realiza un acto muy íntimo en recuerdo de los que allí murieron llamado Homenaje a la Sangre de los Moros. Esta ceremonia se realiza desde el año 1990, con discursos, interpretación de la Marxa de la ciutat y ofrenda simbólica. Al acabar, a las 16.00 horas se da el inicio oficial de la vuelta, empiezan nuevamente los cánticos, y el cura se pone de nuevo la capa pluvial, coge la reliquia de la Magdalena y, saliendo al exterior de la ermita, se reúne en la plazoleta con todos los que emprenderán la vuelta. En este lugar formarán un semicírculo mirando hacia Castelló, y en este instante se canta el responso o absuelta en memoria de los difuntos que participaron en la fundación de Castelló, que es uno de los momentos más emotivos de la romería. Después de los tiros efectuados por los guardas rurales acompañados de una gran traca, empieza el descenso de la romería. Abajo, en el cerro de la ermita, esperan las collas y los carros guarnecidos para la ocasión, que se unirán a ellos y retomarán el camino viejo del Caminàs.

Cuando divisan en lontananza la cúpula de la basílica del Lledó, se entona la Salve Regina. Hacia las 17.00 horas llega la romería a los alrededores de la ermita de San Roque de Canet, donde los esperan los miembros de la colla El Pixaví, que habían partido antes del eremitorio, para salir a recibir a la romería. No pararán de tocar la campana de la espadaña. El jefe de la colla será el encargado de llevar la cruz levantada y el estandarte de la colla que, al salir de la ermita, se parará en el cruce de la acequia Mayor con el Caminàs para esperar el encuentro de las dos comitivas. En este punto, cuando pase la cruz de la romería ante San Roque de Canet, las dos cruces harán una reverencia y, acercándolas, los portadores dirán la Misericordia. A continuación, empezarán los cantos de las letanías de los santos. Una vez dentro de la ermita, se entonará nuevamente la O vere Deus invocando a san Roque. La reliquia de la Magdalena se colocará en el altar. A continuación, se hará un descanso, mientras la colla El Pixaví reparte entre los asistentes pastas y dulces. A continuación, se iniciarán unas danzas improvisadas. A las 17.30 horas los cantores entonarán los Gozos en loores de san Roque de Canet o de las Fontanelles. Después de estos cantos, se organizará nuevamente la romería y la Junta de Fiestas repartirá a todos los que participan en la vuelta un rollo de pan junto con la cinta con los colores de la señera, en recuerdo del traslado de la ciudad a la llanura.

La romería formada nuevamente se dirigirá al monasterio carmelita de San José, sin dejar de cantar las letanías de los santos, y en este momento empiezan a voltear las campanas del mencionado monasterio. Las monjas solo abrirán este día las puertas, puesto que es un convento de clausura, para poder venerar la reliquia de santa María Magdalena. Al mismo tiempo, las caballerías y los carros guarnecidos irán pasando, haciendo su entrada a la ciudad. La romería, después de hacer esta parada, se dirigirá a la basílica del Lledó, donde empezará el volteo de las campanas, acompañadas del lanzamiento de pirotecnia, que anuncian la llegada de los romeros a la mencionada iglesia, hacia las 18.00 horas. Saldrá en este momento una procesión desde la basílica, organizada por la Real Cofradía del Lledó, hacia la cruz de piedra o «peiró», que se encuentra erigida en la explanada ante el templo y junto al Caminàs, donde esperarán a la romería. El prior venerará la reliquia y ambas comitivas se dirigirán hacia el interior de la basílica. De nuevo se entonarán cánticos y se depositará la reliquia sobre el altar mayor cantando los Gozos en alabanza de la Virgen María del Lledó y la Salve. A las 19.00 horas, después de los toques de campanas y los cánticos, salen del templo, la junta de fiestas repartirá entre los romeros dulces y horchata, mientras que los monaguillos recibirán un gran rollo que se colgarán en el cuello durante la procesión posterior que se hará por la ciudad. Los presbíteros, al acabar la ceremonia, despedirán a los romeros. En este punto empezará la segunda parte de la romería.

Los romeros, junto con las collas festeras, llevando gaiatas manuales e individuales, llamadas antiguamente «luces», y la comitiva oficial partirán hacia el lugar donde se levantaba la ermita de San Roque del pla. En este lugar se detendrá, para esperar el aviso de la salida de la procesión de bienvenida, que saldrá desde la iglesia de la Sangre. El toque de vísperas desde la concatedral será la señal para convocar al apostolado y la Cofradía de la Purísima Sangre a la capilla del Toll. En este lugar se reunirán para encaminarse todos juntos hacia el portal de San Roque del pla, donde los espera la comitiva que partió del Lledó. La procesión que partirá de la iglesia de la Sangre la componen: el Colegio Apostólico, la Cofradía de Paz y Caridad, la Cofradía de Santa María Magdalena, la Cofradía de Cristo de Medinaceli y la Cofradía de la Purísima Sangre. A estas cofradías las acompañarán tres chicos jóvenes vestidos de pascueros, que llevarán un cirio. Esta procesión está presidida por una imagen de Cristo crucificado que solo desfila en esta ocasión durante el año. Después de disparar una gran traca, ambas procesiones empezarán a andar: los romeros discurrirán hacia la calle de San Roque, mientras que los que salen de la iglesia de la Sangre van hacia la calle Sanahuja. Donde confluyen las dos calles, el Forn del pla, se producirá el encuentro entre las dos procesiones y tiene lugar un emotivo y simbólico acto de veneración de la cruz, popularmente llamado «las Tres Caídas» o «las Reverencias», en el que tres niñas y un niño, que representan a la Virgen María, María Magdalena, María de Clopas y san Juan Evangelista, adoran, reverenciando y arrodillándose tres veces, al Cristo de la Sangre llevado por los clavarios. Al finalizar el acto de las Tres Caídas, empezará la procesión nocturna por las principales calles de la ciudad. Esta procesión se compone de dos grupos: los romeros que han llegado de la vuelta y la procesión de penitentes y de las gaiatas por la ciudad. En primer lugar, desfilarán los que han vuelto de la Magdalena (comitiva religiosa y cívica), que finalizarán su recorrido en la concatedral de Santa María, acompañados por la banda municipal, por las collas y por las gaiatas, que estarán adornadas como se hacía antiguamente, con candiles de aceite o de cera. Mientras voltean todas las campanas del Fadrí, la comitiva municipal, con los guardas rurales y los maceros, inician el camino de vuelta al Ayuntamiento, y los romeros, hacia la iglesia de Santa María. Una vez dentro de la iglesia, los participantes de la romería empezarán a entonar el Gloria Patri ante el altar mayor, dando las gracias a la Santísima Trinidad por haber cumplido con la procesión. Con este acto se dará por finalizada la romería, que empezó a las 06.30 horas con el amanecer.

La segunda parte de la procesión, llamada de penitentes, se colocará a escasos metros de la anterior y está formada por las cofradías, las gaiatas y los cuatro carros triunfales sobre escenas de la vida de santa María Magdalena. Se irán alternando estos carros con las antiguas gaiatas manuales. La procesión de penitentes, después de recorrer las calles principales de la ciudad, finalizará en la capilla de la Cofradía de la Purísima Sangre. Más tarde, empezará el desfile de gaiatas, en el que estos monumentos recorren las calles de la ciudad hasta la avenida del Rey Don Jaime, para ser trasladadas al día siguiente al paseo de Ribalta.

3. Definición del ámbito espacial y temporal.

3.1 Ámbito espacial:

Itinerario de ida: plaza Mayor, plaza de la Hierba, calle Colón, calle Mayor, plaza de María Agustina (el Toll), avenida de los Capuchinos, camino de los Molinos, camino de la Travesía (Sangarró d’en Riera), el Caminàs, carretera nacional N-340, carretera del Desierto de las Palmas.

Itinerario de vuelta: camino del Algepsar, camino que bordea la autopista A-7, camino de Boira, el Caminàs hasta la basílica del Lledó, camino del Lledó (hasta los toros), camino de la Plana, camino de San Roque, Forn del pla, calle de San Félix, plaza Clavé, calle de Enmedio, Puerta del Sol, calle de Gasset, plaza de la Paz, calle Mayor, calle de Arcipreste Balaguer, plaza Mayor.

3.2 Ámbito temporal: tercer domingo de Cuaresma con una periodicidad anual.

ANEXO 2
La procesión de las gaiatas y su simbolismo como seña identitaria de la ciudad de Castelló de la Plana

1. Exposición de motivos: la obra monumental de la gaiata es un monumento artístico y efímero que es la seña identitaria de las fiestas de la Magdalena de la ciudad de Castelló. Reconocido y confirmado como símbolo de este acontecimiento tradicional, representa la conmemoración de los orígenes de la ciudad, así como el emblema principal del traslado de la villa desde el castillo Viejo a la llanura. Se trata de una obra de arte efímera y, como tal, es una expresión estética de duración temporal.

Las gaiatas son expresión viva y popular de la ciudad de Castelló. Son el símbolo diferenciador y por antonomasia de la fiesta castellonense. Son una armonía de luz, color, arte, historia, cultura y tradiciones. Pero también fiesta popular, participativa, convivencia vecinal y, por lo tanto, música, pólvora, indumentaria y literatura. Es el elemento aglutinador que identifica la fiesta de la Magdalena de Castelló y que vertebra el conjunto de la ciudad, como patrimonio común y propio.

Dentro de las conclusiones del IV Congreso Magdalenero, celebrado en 2017, se determinaba que «la gaiata era el símbol de la tradició i de la història de la ciutat, de l’amor pels nostres ancestres, d’identitat col·lectiva de poble de Castelló i de la seua voluntat de projecció cap al món. És l’element diferenciador de la cultura popular castellonera que, cada any, es recrea i es comparteix, des de finals del segle XIX fins a l’actualitat, mitjançant les gaiates monumentals. La gaiata monumental és una lliure interpretació d’aquell gaiato il·luminat que va ser en l’origen la gaiata i en la qual són indispensables el gaiato, la llum i l’escut de la ciutat de Castelló. Històricament, la gaiata monumental està destinada a desfilar en la processó d’entrada de la Tornada de la Romeria de les Canyes a la ciutat i aspira a ser una obra d’art efímera». Pero la iconografía de la gaiata no se circunscribe exclusivamente a la gaiata monumental: es mucho más. Son las gaiatas infantiles, las gaiatas de mano, las gaiatas que iluminan los balcones, las maquetas que diseñan los niños... En definitiva, cualquier conjunción de gayato y luz, en la ciudad de Castelló, es sinónimo de gaiatas y, por lo tanto, su símbolo más representativo, referente y diferenciador –exclusivo– de esta ciudad.

Las fiestas de la Magdalena tienen como principal símbolo la gaiata, como monumento representativo de unas fiestas fundacionales, populares y abiertas a todo el mundo, castellonenses y visitantes, que convierten la ciudad en una gran reunión de festeros durante los nueve días del desarrollo de su semana grande, ya desde la refundación de las fiestas, hace 75 años. Ciertamente, la sociedad castellonense actual es una sociedad abierta, moderna, igualitaria, plenamente integrada en los principios que desde nuestra constitución integran una sociedad paritaria. Dentro de la estructura de la fiesta y de las comisiones gaiateras, hoy en día podemos ver que el papel de la mujer tiene una doble vertiente. Por un lado, encontramos un papel activo, como gestora de la misma fiesta y, por otro, un papel más representativo, en cuanto a símbolo del legado y la tradición de Castelló.

2. Descripción: todo apunta a que, en sus inicios, la gaiata, estas luces y gayatos tenían un carácter religioso, eran individuales y de complexión ligera, de acuerdo con la referencia encontrada respecto de sus portadores (niños y niñas). Con el tiempo, abandona este carácter religioso y asume el liderazgo de la fiesta castellonense. Su volumetría y su estilismo se hacen más complejos y aparecen las primeras gaiatas llevadas por varias personas (dos, cuatro o seis) en andas y con el tradicional traje de saragüells, indumentaria masculina propia de quienes llevan la gaiata que, hoy en día, se complementa con el de labradora para la mujer.

Empiezan a participar los gremios de la ciudad que, junto con instituciones y el Ayuntamiento, son quienes promueven la construcción de las diferentes gaiatas, en las que se involucran, en su diseño y construcción, prestigiosos artistas castellonenses, como el pintor Vicente Castell (gaiata diseñada en 1914 para el Ayuntamiento). Unas gaiatas que acompañaban a la entrada de la Romeria de les Canyes en la ciudad, en la vuelta. A mediados de siglo XX, con la nueva estructura festiva, se promueve la idea de la gaiata monumental, como eje vertebrador de la fiesta en cada uno de los doce sectores en los que queda dividida la ciudad. Se publican las Normas generales para proyectar y ejecutar las gaiatas en los sectores de la ciudad y celebrar sus fiestas particulares, en las que se marcan las directrices que harán de esta fiesta una fiesta única: «de ninguna manera, ni en el presente año ni en los venideros, se desvirtuará el carácter simbólico de nuestras gaiatas, quemándolas». Una aseveración que nos diferenciaba de cualquier manifestación festiva hermana y que daba pie a la definición sobradamente conocida por cualquier castellonense de la gaiata: «Un esclat de llum, sense foc ni fum». Casi ocho décadas después, la evolución de la gaiata en cuanto a sus formas, sus líneas, los materiales... ha ido evolucionando a medida que la tecnología ha continuado avanzando, pero sigue fiel a su esencia primigenia, como queda patente en la exposición que se encuentra en las bases del concurso de gaiatas que, anualmente, convoca el Patronato Municipal de Fiestas: «... l’única limitació artística que pot imposar-se (en la creación de una gaiata) és aquella derivada que la gaiata siga una lliure interpretació d’aquell gaiato il·luminat que va ser el seu origen».

2.1 Comunidades o personas relacionadas con el elemento: principalmente, las asociaciones culturales denominadas «gaiatas» (19 en la ciudad de Castelló), que son las que se responsabilizan de la construcción, la promoción y la exhibición del monumento gaiatero. La Federación Gestora de Gaiatas, organización que representa a todos los colectivos gaiateros.

Como la gaiata es un símbolo muy interiorizado en la ciudadanía castellonense, se podría decir que toda la población puede estar relacionada mediante la construcción de sus maquetas, gaiatas de balcón o gaiatas de mano. O por su pertenencia como asociado o asociada a las diferentes comisiones de sector –asociaciones culturales denominadas «gaiates»–, que, con un número de diecinueve, son las que más directamente están comprometidas con la salvaguardia de la gaiata monumental y la gaiata infantil. En el mundo escolar municipal, y a iniciativa de la Asociación Cultural Gaiata 15 Sequiol, se promueve una actividad extraescolar, entre todos los centros de Primaria y Secundaria de la ciudad, para el diseño y la construcción de maquetas de gaiatas, con lo que se persigue inculcar este valor de la tradición castellonense entre los más jóvenes. Desde 2016, la Asociación Cultural de Artistas Gaiateros de Castelló aporta su ingenio para facilitar conocimientos prácticos para que cualquier persona pueda construir su propia gaiata de balcón o de mano.

2.2 Marco espacial.

Localización: como ya se ha dicho, la gaiata es el símbolo por antonomasia de la ciudad de Castelló y sus fiestas fundacionales. Por lo tanto, se localiza por toda la ciudad, puesto que su simbología está presente en infinidad de acontecimientos y actividades que se desarrollan. Así, de manera sucinta y no exclusiva, detallaremos algunas localizaciones en función de la clase de representación del símbolo de la gaiata al que nos referimos:

2.2.1 Maquetas escolares de gaiata: su localización principal son los diferentes centros educativos de Primaria y Secundaria del municipio de Castelló. Tanto en construcciones colectivas del mismo centro como en los diferentes trabajos que realizan los alumnos y las alumnas. Con posterioridad, estos últimos, ocupan su lugar en los domicilios particulares de los y las escolares.

2.2.2 Gaiatas de balcón: su localización son los domicilios particulares de los castellonenses que, aportando su buen hacer y su maestría constructiva, adornan sus balcones con gayatos iluminados con un sinfín de formas. Dentro de este apartado, podemos considerar las gaiatas que adornan innumerables escaparates de los comercios de la ciudad, que anuncian a vecinos y vecinas y foráneos que «... ja el dia és arribat, de la nostra Magdalena»; que la fiesta está ya en la calle y la luz de la gaiata la ilumina.

2.2.3 Gaiatas de mano–individuales: pueden ser personales o representantes de colectivos fiesteros y sociales. Su localización principal es en el desfile de vuelta (el retorno en la ciudad de la Romeria de les Canyes). Con posterioridad, será el símbolo que dará luz festiva a los locales fiesteros de los diferentes colectivos o a los domicilios particulares.

2.2.4 Gaiata monumental (dentro de este apartado tendremos que considerar la misma gaiata monumental, pero también las gaiatas infantiles): dentro del marco temporal de actuación, podemos diferenciar varias localizaciones.

– Desfile de gaiatas. Conservando su antigua costumbre, iluminando la entrada a la ciudad de la Romeria de les Canyes, como un desfile adjunto a la vuelta, pero completamente diferenciado, desfilan, la noche de cada tercer domingo de Cuaresma, todas las gaiatas monumentales, y las infantiles, en un circuito que, partiendo del Forn del pla, discurre por las calles de San Roque, de Sanahuja, plaza de María Agustina, Mayor, plaza de la Paz, de Gasset, Puerta del Sol, de Zorrilla y avenida del Rey. En este desfile, a las diecinueve gaiatas monumentales e infantiles, hay que añadir la gaiata de Adsuara, que la Fundación Caixa Castelló conserva y prepara para unirse a este festejo, que abre el desfile.

– Encendido de las gaiatas. Espectáculo que combina la luz de todas las gaiatas a la vez, con la música y los espectáculos pirotécnicos, siguiendo un entramado escénico que da continuidad al espectáculo. Su ubicación es la avenida del Rey y se desarrolla concretamente el lunes de fiestas.

– Sectores de la ciudad. Cada una de las gaiatas monumentales, y las infantiles, que representan cada comisión de sector, retoman, a primera hora del martes de la semana fiestera, su posición estratégica dentro del sector de la ciudad en el ámbito de actuación que corresponde a cada comisión. Así quedan definidos diecinueve puntos estratégicos de la ciudad, donde las gaiatas (mayor e infantil) concentran su luz de fiesta. A saber:

– Gaiata 1 Brancal de la Ciutat: plaza del Botánico Calduch.

– Gaiata 2 Fadrell: plaza de Fadrell.

– Gaiata 3 Porta del Sol: plaza de Puerta del Sol.

– Gaiata 4 L’Armelar: calle de Pelayo.

– Gaiata 5 Hort dels Corders: plaza Huerto de los Sogueros.

– Gaiata 6 Farola-Ravalet: plaza de la Independencia.

– Gaiata 7 Cor de la Ciutat: plaza Cardona Vives.

– Gaiata 8 Portal de l’Om: plaza Juez Borrull.

– Gaiata 9 L’Espartera: avenida del Mar.

– Gaiata 10 El Toll: plaza de María Agustina.

– Gaiata 11 Forn del Pla: calle de San Roque.

– Gaiata 12 El Grau: plaza de la Virgen del Carmen.

– Gaiata 13 Sensal: plaza de Miguel Bellido.

– Gaiata 14 Castàlia: plaza de Hermanos Vilafaña.

– Gaiata 15 Sequiol: calle de Herrero.

– Gaiata 16 Rafalafena: parque de Fernando Herrero Tejedor.

– Gaiata 17 Tir de Colom: plaza del Pintor Porcar.

– Gaiata 18 Crémor: plaza de España.

– Gaiata 19 La Cultural: calle de Ribelles Comín.

En este apartado debemos añadir las dos gaiatas de la ciudad, que quedan emplazadas en la plaza de la Pescadería, al lado del ayuntamiento de la ciudad. Es el antiguo matadero el lugar donde se encuentra el almacén municipal de gaiatas. Desde allí salen las gaiatas para llegar al Forn del pla, lugar desde donde parte el desfile de los monumentos que discurre por las calles de San Roque, Sanahuja, plaza María Agustina, Mayor, plaza de la Paz, Gasset, Puerta del Sol, Zorrilla y avenida del Rey. Después del encendido de las gaiatas, volverán a su posición dentro del sector de la ciudad que corresponde.

2.3 Marco temporal. Calendario y periodicidad: aunque la gaiata es un elemento que requiere trabajo durante todo el año, sobre todo las monumentales, podemos delimitar un espacio temporal donde su presencia e importancia es máxima: alrededor de la celebración de la semana de fiestas fundacionales de la ciudad. Si tenemos en cuenta que no existe una fecha fija en el calendario, pero que el día grande de la Romeria de les Canyes se celebra el tercer domingo de Cuaresma, podemos delimitar un espacio temporal entre la semana anterior y posterior de esta fecha, que tiene periodicidad anual.

Cada tercer domingo de Cuaresma, hay una nueva edición de las fiestas fundacionales de Castelló y nuevas gaiatas desfilarán por la villa. El tercer domingo de Cuaresma, por la noche, es la fecha de gala para las gaiatas monumentales, ya que desfilan recorriendo las principales calles de la ciudad. Unos días antes, en los almacenes de gaiatas del antiguo matadero, la actividad de las comisiones de sector es frenética, porque están ultimando los detalles para tener a punto los monumentos y dan el pistoletazo de salida con el llamado bautizo de la gaiata.

2.4 Descripción. Orígenes documentados y evolución histórica: el origen de las gaiatas está unido al de la Romeria de les Canyes, puesto que es en la «Tornada» de esta peregrinación donde se menciona por primera vez el nacimiento del monumento gaiatero. La evocación de la luz, plástica y singular, en la que lo que se quiere destacar es la estética del contraste de la luminaria en medio de la oscuridad de la noche, es seña de identidad de nuestra celebración desde tiempos inmemoriales. Aunque el siglo XVIII, siglo de la Ilustración y de las Luces, es fundamental en el desarrollo de la gaiata y su simbolismo y estética, la procesión con luces ya se celebraba desde tiempos más remotos. La romería a la Magdalena, como peregrinación penitencial para rogar contra la peste, las sequías, las guerras y el hambre, ya está documentada en 1375 por primera vez, según el cronista de Castelló, que documenta la celebración de una procesión de entrada a la villa con cirios y gaiatas manuales.

Pero es en el siglo XVIII cuando se une el sentido penitencial destacado en las épocas anteriores y el hecho de ser la romería conciencia histórica del pasado de los castellonenses. A partir de este momento, empieza un nuevo periodo en la celebración y adquiere protagonismo el monumento de la gaiata. Entonces, con un fuerte crecimiento demográfico y económico de la villa, ya se reconocen las gaiatas y se denomina la procesión de vuelta (tornada) de la romería como la procesión de las luces.

En la antigua procesión de las luces de la época medieval, desfilaban las gaiatas representativas de los diferentes focos urbanos denominados Taxida, Almalafa, Villamarch y Fadrell. Y apareció, en el primer tercio del siglo XV, otra gaiata con carácter presidencial muy mayor en dimensiones que las otras cuatro, la gaiata del Micalet de València, en representación de la capital del Reino. Poco a poco, estas pequeñas gaiatas de mano que, año tras año, llevaban los romeros que conmemoraban este hito, se desarrollaron hasta el monumento actual en el periodo barroco tardío. En esta época, conservando los símbolos propios, como la culminación en forma de cayado y las luces y el color, se montan encima de carros y se convierten en auténticas luminarias.

En el siglo XIX ya se conocía esta procesión como «la fiesta de la gaiata», y los cronistas de la época recogían cómo se encontraban repletas de gente las calles de Enmedio y Mayor al paso del desfile, mientras centenares de niñas y mujeres vestidas de penitentes y magdalenas y con un cirio en la mano recorrían las calles entre las gaiatas monumentales, con profusión de vasos y luces de colores, que, como describe Balbas, se trataban de «hermosas pirámides con gran número de luces». En 1854, el Ayuntamiento de Castelló decidió construir 14 nuevas gaiatas porque gustaban mucho a la ciudadanía. Estas habían evolucionado desde las primeras gaiatas de mano llevadas por un solo hombre, y de las que colgaban cintas blancas donde iban cogidas niñas pequeñas que eran conocidas como las «niñas del meneo». También se construyeron otras gaiatas más grandes portadas por hombres y después vendrían las grandes gaiatas monumentales, arrastradas por carros y bestias, y que presentaban grandes dosis de simbolismo. En 1865 se estableció un acuerdo municipal para construirlas con vidrios de colores y usar cirios verdes que se situarían estratégicamente en el camino por el que tenía que pasar la romería.

Con todo esto, definir qué es una gaiata es una tarea ardua y complicada. Si nos atenemos a la tradición, son la recreación de aquellos cayados con farolillos que usaron nuestros antepasados en su azarosa bajada a la llanura, una noche cerrada de 1252, sorteando humedales. Cuentan los mayores, y los padres así lo transmiten a los hijos, que con la autorización del rey emprendieron la marcha una noche tormentosa. Bajaban con farolillos dotados de pobres cabezas de cirio y candelas que apenas iluminaban el sendero. Se apoyaban en cañas, que les servían al mismo tiempo de gayato y guía, porque las utilizaban para tantear la tierra y evitar los lodazales. Los niños iban atados unos con otros, con una cuerda, a sus padres, para que no se extraviaran. Una bonita leyenda, sin duda, pero si nos atenemos al rigor histórico, encontramos referencias sobre aquellas luces que acompañaban la vuelta de la procesión penitencial en documentación datada en el siglo XVIII.

Así pues, tenemos constancia fehaciente de gaiatas desde mediados de siglo XVIII, y el vocablo gaiata, a buen seguro, hace referencia al bordón peregrino lleno de cirios que debían de llevar, a modo de individuales luminarias, las magdalenas penitentes de las procesiones descritas en los puntos anteriores. De acuerdo con las personas que llevaban estas primeras gaiatas –niños y niñas–, debieron ser de poca envergadura y menos peso, y además, individuales; esto es: portadas por una sola persona.

A mediados de siglo XIX, la gaiata se individualizó de la caña: esta última es asumida como bordón peregrino de la romería y la gaiata, de forma que perdió ya su primitivo significado religioso y pasó a convertirse en el símbolo histórico y festivo por antonomasia de nuestra ciudad. En las celebraciones de 1852, realizadas con motivo del VI centenario de la fundación de la ciudad, tenemos la primera constatación de la vinculación de las fiestas de la Magdalena con el carácter fundacional de estas. El Ayuntamiento oficializa esta celebración y, en la lectura del programa de festejos editado, en el punto duodécimo de la organización del desfile, encontramos: «12.º Los niños que llevan gaiatas iluminadas». De nuevo, una referencia a la gaiata, que nos ilustra de la poca envergadura de estas por el hecho de ser llevadas por niños.

El tipo de gaiatas piramidal debió de aparecer en 1863, afirmación basada en lo dispuesto en el programa, editado por el Ayuntamiento, sobre los actos que se celebran en la festividad de santa María Magdalena. De su lectura, deducimos que han desaparecido los niños y las niñas como portadores de las gaiatas y que estas, ya de mayor envergadura y en número de seis, procesionan intercaladas entre los carros triunfales. De variadas formas: «con luces de colores toda de cristal», «de faroles de variado colorido», «de variados adornos», «bonita gaiata de cristal cono luces de colores» o «cristal con muchísimas luces» son las diferentes descripciones que encontramos en la citada publicación referidas a las seis gaiatas.

El éxito cosechado por estas gaiatas hace que, dos años después, el Ayuntamiento proyecte la construcción de catorce nuevas gaiatas, con mayor ornamentación y diseño artístico. El inicial carácter religioso de la gaiata queda constatado con el hecho de que, para este proyecto, el Ayuntamiento contaba «con la anuencia del señor arcipreste». Así queda constancia de estas en el programa: «catorce hermosas gaiatas, unas de cristal con luces de colores, otras de cirios verdes y las últimas de mayores dimensiones y con brillantes adornos, que se situarán en los puntos correspondientes para mayor lucimiento de la procesión». Según indica Carlos González Espresati, en su Mitología de las Gayatas (1952), «Esta es la primera noticia documentada de la intervención municipal en las Gayatas, que anteriormente parece fueron iniciativa de la Cofradía del Santo Sepulcro». En esta misma obra encontramos una descripción muy definitoria de las gaiatas de la época: «A la entrada espera, formada en perfecto orden, la procesión de las gayatas, constituida por dos secciones: la delantera es la parte profana de la procesión, y se compone de una serie de pirámides de lamparillas, dispuestas en torno a un mástil de mayor o menor altura, rematado en gancho de báculo, que se denominan gayatas; entre sus grupos se intercalan, en el desarrollo de la procesión, cuatro carromatos ornamentados y alumbrados con antorchas, en cuyas plataformas se reproducen plásticamente, con figuras vivas ataviadas a estilo de su época, cuatro escenas evangélicas de la vida de Santa María Magdalena... Las gayatas que desde el último siglo llegaron al nuestro, eran individuales esto es que las transportaba un solo hombre, alzándolas a brazo, y de la gayata pendían blancas cintas, cuyos extremos recogían niñas –casi parvulillas– vestidas de blanco, con huecas y rizadas faldillas que revuelan al exagerar sus contorneos mientras andan, por lo que vulgarmente se las denomina chiquetes del meneo».

En 1913, el Ayuntamiento encarga al pintor Vicente Castell Doménech la realización de una gaiata monumental que lo represente en la procesión de la vuelta (tornada), y que sea transportable. Este mismo año también construyó una gaiata para el Regimiento Tetuán. Ambas desfilaron en 1914. La prensa de la época recogía la efeméride indicando que las gaiatas viejas precedieron a las nuevas: dos del Ayuntamiento, una del Círculo Mercantil y las dos nuevas de Castell. Estas nuevas gaiatas rompen con la estética conocida hasta la fecha. Nada que ver con las estructuras piramidales o en forma de farol, montadas sobre un plantón. En Cuadros de costumbres castellonenchs (en serio y en broma), escrito por Enrich Ribés, en 1916, encontramos una descripción de la «nueva gaiata», llena de ironía, pero que nos ilustra sobre el tipo de gaiatas que desfilaban: «Unes Gayates les porten verticalment, en una barra de fusta que servís de sopórt; y les atres van sobre dos o cuatre barres horiçontáls, que –a’stíl de peanya–, les porten apoyades als múscles, dos, cuatrem huit o dotce hòmes, segóns la grandaria y pés d’aquélles. Hasta fá pócs anys, estos artefactes, donaben llástima y risa, perque a lo miserable de la factura o má d’òbra, ’s tená que anyadir la falta de tòt sentiment artistíc. Pero en l’actualitát, que unes s’han renovat y àtres s’han fet nòves completament, ya dona gust el mirarles, principalment les del Ajuntamént, Eixércit, Circul Mercantil, Cámara Agrícola, y sobre tòtes la monumental del Gremi de Sant isidro, que vá expléndidament illuminá prer flúit eléctric, produít per les piles o bateries que están colocaes en el fóns de la gayata y que alimentes infinitats de perilles blanques, de cristál esmerilát y filaments metálics» (ilustrando este artículo encontramos sendos magníficos dibujos de lo que se indicaba). No solo se trata de un cambio de estética y estilismo importante, sino que además encontramos el primer cambio evolutivo respecto a la iluminación de estas.

En 1929 se designaron doce alcaldes de barrio buscando dar mayor brillantez a la Fiesta de la Magdalena del próximo año, a lo que contribuyó cada barrio con una gaiata. Una idea que no cuajó del todo, aunque estableció un precedente en lo que más tarde conformaría los sectores gaiateros.

Después del paréntesis causado por la contienda bélica, en 1940, el alcalde Vicente Traver realiza gestiones con gremios, instituciones y corporaciones para que se repongan o se construyan nuevas gaiatas. El diario Mediterráneo publicaba las gaiatas para la procesión de aquel año; son las que denominamos gaiatas gremiales y que continuaron participando en la procesión unas cuantas décadas más.

En 1944, se determinó establecer las fiestas de la Magdalena como las mayores de la ciudad y, a tal efecto, se creó la Junta Central de Festejos. Retomando la idea de 1929 de dividir la ciudad en doce sectores gaiateros, se pretendía dinamizar el símbolo de la gaiata construyendo una cada uno de estos con la aportación económica del vecindario. La gaiata tendría que ser el elemento festivo emblemático en cada sector, acuñando la idea de gaiatas monumentales a diferencia de las anteriores individuales. Se sientan las primeras bases de lo que tiene que ser la gaiata monumental. Así, el diario Mediterráneo de 12 de diciembre de aquel año, publicaba las Normas generales para proyectar y ejecutar las gaiatas en los sectores de la ciudad y celebrar sus fiestas particulares. Cinco normas que transcribimos a continuación por ser el pilar básico del inicio de la idea de gaiatas monumental:

«1.ª Las gayatas serán armazones de líneas de luces, que tendrán la figura que les dé la fantasía del artista, sin sujeción a límite de altura ni de anchura. Por fidelidad a su carácter típico, y a la evocación de las luces, fanales o antorchas que simbolizan, debe evitarse en lo posible emplear partes macizas y cuerpos de construcción opacos. Sin embargo, son admisibles elementos decorativos que avaloren el conjunto ornamental y puedan iluminarse por transparencia o reciban la luz brillante de otras partes de la gayata.

2.ª Queda al arbitrio de la Comisión hacer figurar sus gayatas en el desfile procesional, si sus dimensiones lo permiten o, en caso contrario, concurrir con un modelo reducido de la misma o con una parte de ella que ingeniosamente se hubiere previsto en el proyecto para este objeto, haciéndola desmontable, bien fuese en el remate superior o en la parte central del conjunto artístico. En este caso, debe presentarse con el proyecto, el dibujo de la parte desglosada para el indicado destino.

3.ª La Comisión queda obligada a la presentación, en la Secretaría de este Ayuntamiento, Sección de Fiestas, del proyecto o proyectos de sus gayatas, para su previa aprobación o reparos por la Comisión Central. El plazo para la presentación de estos proyectos terminará el día 30 del actual mes de diciembre. Los dibujos de los proyectos estarán ejecutados con la suficiente claridad para poderlos enjuiciar debidamente. No se autorizará la colocación de ninguna gayata cuyo proyecto no haya obtenido la autorización correspondiente, ni se consentirán modificaciones inadmisibles a los proyectos aprobados.

4.ª Cada sector elegirá una señorita que será la «Madrina de la gayata», y como tal figurará en la corte de honor entre las damas de la Reina de las fiestas que presidirá el certamen literario. Como pajes de este cortejo figurarán dos «Xiquetes del meneo» con su traje típico procesional, acompañando a cada Madrina, la que vestirá el traje típico de labradora de Castellón de la Plana.

5.ª Cada gayata, una vez plantada, recibirá un nombre adecuado a la misma. Este nombre se elegirá por la Comisión del sector entre todos nombres que le propongan por escrito en una papeleta los vecinos, celebrando un concurso rápido. El número o título elegido, pintado en una artística cartela, se colgará de la gaiata miedo mando de la Madrina en la fiesta que puede denominarse «Titulación de la gaiata» y al autor del número elegido se le podrá conceder algún premio que acuerde la Comisión, consistente en el clásico «rollo» o cosa parecida. Los restantes festejos populares del sector (danzas, serenatas, tracas, etc.) los determinará a su arbitrio y conveniencia la correspondiente Comisión del sector.»

Quedaban perfiladas, pues, las primeras líneas maestras de la gaiata monumental como eje central de la fiesta en el barrio, dinamizadora, propulsora y aglutinadora de las nuevas fiestas de la Magdalena, como símbolo diferencial y único de esta ciudad, generador «d’orgull de genealogia... per que la Gaiata siga, el nostre millor pregó», como rezan los versos de Artola. Únicamente quedaba por aseverar una de las condiciones básicas de la gaiata monumental. Seguramente, por la influencia de las fiestas josefinas, se entendió que aquellas primeras gaiatas monumentales acabarían siendo consumidas por las llamas y así se recogía en los programas de fiestas de algunas comisiones de sector: «A las 24, se quemará la gaiata, dando con esto fin a las Fiestas».

En un artículo del diario Mediterráneo, Carlos G. Espresati, que llevaba por título «La última gayata», hacía la siguiente reflexión final: «Medite quien tenga la tea en la mano, antes de aplicarla, si al quemar una gayata no va a destruir con la emoción evocadora de nuestras más santas tradiciones ciudadanas, la posibilidad de que renazca de sus cenizas en lo sucesivo, y sea la gayata quemada, para siempre, la última gayata». Y la propuesta no cayó en saco roto, porque, en reunión común entre la recién creada Junta Central de Festejos y los doce presidentes de las comisiones gaiateras, celebrada el 10 de marzo de 1945, tomaron una importantísima decisión que fue decisiva para entender la gaiata. Así quedó reflejado en el diario Mediterráneo este acuerdo: «Las Gayatas no se quemarán La Junta Central de Fiestas de la Magdalena nos remite la siguiente nota: ‘Ante los rumores que han circulado sobre el carácter de nuestras fiestas y la posibilidad de que terminaran siendo quemadas las gayatas, ayer por la tarde se reunió esta Junta Central con los Presidentes de las doce comisiones de sector, acordándose por aclamación que de ninguna forma, en el presente año ni en los venideros, se desvirtúe el carácter del símbolo de nuestra fiesta quemando las gayatas’. Con gusto recogemos algo que viene a disipar recelos y dudas y a poner en su punto la peculiaridad de nuestras fiestas y de nuestras gayatas. Ya buscaremos destino y remate a las gayatas pero quemarlas, desde luego, no.»

Muchas eran las voces favorables a esta disposición. Apuntaba el escultor Tomás Colón que no tenían que quemarse, pero sí que destruirse, y que quedara únicamente la premiada. Auguraba el venidero de la gaiata como una armonía de luz, color y alegría. Jaime Nos adivinaba la gaiata estilizada, perdiendo robustez y convirtiéndose en una cosa esbelta, cuajada de adornos luminosos, pero sin figuras y escenas, ni esas partes que echan en las Fallas; por lo tanto, no debían quemarse. Ya vaticinaba que «el papel principal de la gaiata debe confiarse a la luz y el color». Conjuntaba ambas premisas: importancia de la luz y no tienen que quemarse, Antonio Pascual Felip, miembro de la Junta Central de Festejos, acuñaría la frase que ha pasado a la historia: «És un esclat de llum, sense foc ni fum».

En aquella Magdalena de 1945 convivieron en el desfile, por primera vez, las gaiatas individuales con las monumentales de los sectores; se fue abandonando la costumbre de llevar las gaiatas sobre barras al hombro y se empezaron a utilizar carros echados por individuos ataviados con saragüells y pañuelo. Aquellas primeras gaiatas monumentales siguieron la estética tradicional del báculo con el farolillo iluminador que, en aquel tiempo, estaban alimentados por baterías de coches, hecho que limitaba en gran medida la luminosidad de estas y que fue uno de los problemas al que se buscaría solución, unos años después. Así pues, la tercera incógnita de la ecuación gaiata quedaba resuelta: al hecho de que no tenían que quemarse y que el papel de la luz sería fundamental, se unía la forma identitaria del gayato, como elemento clave definitorio de nuestro símbolo diferencial.

Con el fin de potenciar la figura de la gaiata monumental, en aquel primer año ya, se convocó un concurso para elegir la mejor entre todas –un concurso que ha perdurado hasta nuestros días. En aquel año de 1945 se premió con la distinción de mejor gaiata monumental a la presentada por el sector número 11, seguida por la de los sectores 9 y 7. Desde el Ayuntamiento, queriendo marcar un camino de calidad en la ejecución de los proyectos y de prestigio hacia el monumento, encarga el diseño de la primera gaiata de la ciudad al laureado escultor Tomás Colón. Esta desfiló por primera vez en la Magdalena de 1947 y causó gran admiración. Su farol central, de base cuadrada, conformado por coloristas cristaleras con el detalle central del escudo de la ciudad; ensartado en un espectacular juego de artísticos brazos, de talla, que soportaban espectaculares picas con vasos de color, sorprendió al numeroso público que acudió a contemplar su desfile.

El incremento del número de monumentos –doce de los sectores más la Gaiata de la Ciudad– así como su mayor porte, supuso, en 1948, que el desfile de las gaiatas se independizara del festejo penitencial, con lo que se conformó una comitiva independiente, aunque no desligada. 1949 es un año en el que las gaiatas monumentales hacen un salto cualitativo espectacular en cuanto a sistemas luminotécnicos se refiere: un nuevo sistema de alimentación eléctrica permitirá suministrarles energía, de manera continua, durante el desfile, dejando atrás las molestas, pesadas y limitadas baterías. En este mismo año encontramos una referencia al primer espectáculo de Magdalena Vítol, en el que se intentan conjuntar todas las gaiatas monumentales de los sectores en la plaza Mayor, con el fin de dar un cierre espectacular a esta edición festiva. No se obtuvo la respuesta esperada, pero seguro que es un referente para el espectáculo del encendido de las gaiatas que apareció varias décadas más tarde.

Poco a poco, la gaiata impregna todos y cada uno de los actos importantes de nuestras fiestas fundacionales hasta el punto de convertirse en el elemento principal de la escenografía de la imposición de bandas a la reina, en 1950; donde la gaiata de la Ciudad de Colón presidía el escenario del Principal, iluminando, a sus pies, a la recientemente coronada reina de las fiestas. El junio de 1951, la Junta Central de Festejos de la Magdalena publicaba las bases para la construcción de la Gaiata de la Ciudad que desfilaría en la Magdalena de 1952, edición en la que se conmemoraba el VII centenario de la fundación de la ciudad. En la lectura de estas bases, en la que se da el máximo protagonismo a la luz, encontramos una referencia a un elemento del que, no porque no esté presente hasta hoy en las infinitas gaiatas, tanto individuales como monumentales construidas hasta la fecha, no se tenía constancia escrita de su simbiosis con el símbolo de la gaiata: «El tema a desarrollar será de libre elección del artista, siendo únicamente imprescindible que la Gayata termine a modo de báculo y que en alguna parte principal de la misma figure el escudo de la Ciudad». Pues sí, ya tenemos definida la trinidad que definirá, perfectamente, nuestro símbolo diferenciador: gayato, escudo de la ciudad y luz, todos ellos unidos bajo el axioma «no se quemarán». Conceptualmente, esto es la gaiata, esto es el elemento que diferencia a nuestra ciudad del resto de tradiciones vecinas. Y es única.

1958 será el año en que la nueva Gaiata de la Ciudad, obra de nuevo de Vicente Bernat, iluminará la plaza Mayor, enfrente del Ayuntamiento. En 1962, la importancia que había tenido, tenía y debía continuar teniendo la luz de las gaiatas en el venidero de la fiesta hizo que se acuñara una nueva leyenda que quedaría encuadrada dentro del cartel anunciador: «Fiestas de la Luz».

La gaiata como símbolo exclusivo de nuestra fiesta empieza a estar patente y demuestra la fuerza que puede aportar a la visibilidad de la ciudad. Que sirvan estos párrafos publicados en el diario Mediterráneo del 1 de marzo de 1962 como muestra de lo que se ha dicho: «Las gayatas monumentales, aún con todos sus defectos y con todos los errores que en su realización práctica puedan haberse acumulado, no se puede negar que ha contribuido a movilizar a la población entera en el esfuerzo festivo. Y, por otra parte, a dar a Castellón en toda su densidad urbana, un aspecto de ciudad enteramente en fiestas y además en una fiesta específica de la luz. Lo que se ha conseguido a lo largo de los años, no es poco. La Gayata, de un lado, se identifica con un sector de la ciudad y aparece en la calle para dar luz de tradición a la vez que brillo y esplendor a Castellón durante los días de fiestas. De otro lado, se incorpora el desfile del retorno de la Romería, convirtiéndolo en un alarde luminoso que solo Castellón sabe presentar con todo el significado de un rito tradicional.»

A los albores de la recientemente creada marca de Fiestas de la Luz, el ingeniero catalán Carlos Biugas asumía el reto de diseñar una nueva Gaiata de la Ciudad. Siete metros de estatura con más de treinta juegos de luces, en la que se daba color a unas artísticas cristaleras cuajadas de temas festivos y castelloneros, componían aquella deslumbrante gaiata que abría nuevos caminos en la innovación luminotécnica. Pero no estuvo sola, porque la comisión del sector de Puerta del Sol también apostó por «el mago de la luz» para el diseño de su gaiata. Mucho más modesta, con sus poco más de cuatro metros, pero impresionante. Conformaba una fuente luminosa, que se asemejaba a una palmera, de limpios brazos repletos de puntos de luz y con múltiples cambios de luz. Era la Magdalena de 1966. La consolidación de las comisiones infantiles, dentro de las diferentes comisiones de sector, hace que en 1971, junto con sus gaiatas monumentales, desfilen también las gaiatas infantiles, parecidas a las «mayores», con unas dimensiones inferiores, pero con su idiosincrasia propia.

A principios de 1979, se convoca el I Congreso Magdalenero. Un encuentro, organizado por la Junta Central y el Ateneo de Castelló, en el que se pretende reflexionar sobre cualquier aspecto de nuestra fiesta. Surgieron una serie de recomendaciones a modo de conclusión de las diferentes sesiones de trabajo. Como no podía ser de otro modo, la gaiata fue un tema tratado y sobre el que se extrajeron diferentes iniciativas: «Se hacía necesario apoyar y dignificar a la gaiata monumental, para lo que se veía necesario el patrocinio de las instituciones. Por otro lado, y no excluyente, se veía necesario fomentar la construcción de las gaiatas individuales o de mano». Y así, siguiendo estas recomendaciones, la Magdalena de 1980 contó con la presencia, en el desfile procesional, de unas veinte gaiatas individuales, que retirarían a las anteriores (alguna del siglo pasado), construidas según esbozos de diferentes artistas castellonenses y con un estilo más moderno.

1982 es un año importante en la reafirmación de la gaiata como símbolo por excelencia de nuestra ciudad. Por un lado, se convoca un nuevo concurso para el diseño y la construcción de una Gaiata de la Ciudad, cuyo ganador fue Miguel Collado Bertolín, con su propuesta bajo el lema «Castelló». Una obra cilíndrica que retomaba, de nuevo, conceptos más tradicionales, con profusión de vasitos y, en su base, un espectacular escudo de la ciudad –una gaiata que desfiló, por primera vez, en 1983. Por otro lado, se iniciaba la ampliación de los sectores gaiateros. En este primer año, en tres, pero en años posteriores se continuaría ampliando hasta un máximo de diecinueve sectores. Esto implicaba, por lo tanto, que las gaiatas monumentales (y las infantiles) incrementaban su número en siete, lo que da cuenta de la importancia de la gaiata dentro de la sociedad castellonense. Y con esta ampliación se abrían nuevos tiempos, porque la incorporación de la mujer a los órganos de dirección de las comisiones era ya todo un hecho.

Hasta esta fecha, aunque la imaginación del artista era la que conformaba el diseño de la gaiata monumental, sí que podemos asegurar un estilo más barroco, versallesco; con materiales nobles, basados en las luces de arañas palaciegas, con escudos profusamente adornados en talla de madera, con grandes faroles con cristaleras con diferentes motivos festivos y con serpenteantes brazos recorriendo sus laterales. Con la llegada de los ochenta y las posibilidades que confieren las nuevas luces de neón, los metacrilatos de color o traslúcidos, aluminios, aceros inoxidables..., empiezan a proliferar diseños mucho más abstractos, rompedores e innovadores, mucho más eclécticos, hasta el punto de levantarse con el primer premio del concurso una gaiata de este estilo, en la edición de 1990. Son años de discusión por el estilismo que debe retomar la gaiata. De estilo clásico, moderno o mezcla de los dos (espectaculares formas y diseños que permiten los nuevos materiales, complementados con trabajos barrocos de cristaleras y talla), bien es verdad que la gaiata ha continuado evolucionando hacia su objetivo de ser la imagen de la fiesta castellonera, exportando luz y tradición, de una forma singular.

Al inicio de 1986 se convoca el II Congreso Magdalenero, con el fin de debatir sobre el pasado, presente y futuro de la fiesta. De nuevo, entre sus conclusiones, la de enaltecer la gaiata como símbolo de la fiesta y complementar la construcción de gaiatas monumentales con las individuales o de mano.

Con la llegada de los noventa y las nuevas tecnologías, aparecen nuevos conceptos de gaiatas interiorizados en otros espectáculos. Así, en los actos de imposición de bandas a las reinas, la versatilidad del láser y las proyecciones de alta resolución convierten el escenario de la Pérgola en un verdadero «estallido de luz, sin fuego ni humo», que integra la iconografía de la gaiata en la misma escenografía del acto. O en el acontecimiento que se bautizó como «fiesta de la luz espectacular», que con la más alta tecnología de la época, convertía las nobles fachadas de los edificios de la plaza Mayor en perfectas alegorías de gigantescas gaiatas, que integraban la luz y la imagen, el sonido y la pirotecnia.

En la Magdalena de 1991 nacerá un nuevo acto que será el referente de las gaiatas monumentales, a partir de ahora. Bajo la denominación inicial de «homenaje popular a la gaiata» –más adelante evolucionará al encendido de las gaiatas–, pretende reunir todas las gaiatas monumentales e infantiles de la ciudad, en un mismo espacio escénico, con una doble finalidad. Por un lado, que toda la ciudadanía pueda admirar estas obras de arte, todas juntas, y expresar su devoción por ellas. Por otro lado –quizás el más importante–, a través de la conjunción de la música, la poesía y la pirotecnia, aunar la espectacularidad de todas las gaiatas y conjugándolas todas con sus luces, con sus efectos lumínicos, y apoyadas sobre una estructura de gran tamaño –unos 20 metros de altura–, crear una gaiata utópica, fruto de la unión de todas ellas. Una búsqueda de nuevos caminos estéticos y artísticos que salvaguarde el sentido tradicional que supone la gaiata como referente de la luz de Castelló. La acogida de la ciudadanía fue espectacular, y es, por ahora, uno de los actos más esperados dentro del programa festivo magdalenero.

Desde 1994, los gestores de la fiesta tomaron la decisión, con el fin de dar mayor realce al monumento ganador del concurso, que este sería designado Gaiata de la Ciudad en la siguiente edición. Así, la gaiata ganadora en la Magdalena de 1993, obra del artista Rafael Tecles, se convertía en la Gaiata de la Ciudad de 1994. Una acertada decisión que perdura hasta nuestros días.

En el arranque del nuevo siglo, encontramos dos hitos reseñables en cuanto al símbolo de la gaiata se refiere. Por un lado, en 2004, a iniciativa de la Asociación Cultural Gaiata 15 Sequiol, se desarrolla un concurso de maquetas de gaiata entre todos los escolares de Primaria y Secundaria de la ciudad. Se pretende llevar a todos los centros educativos de la ciudad la idea de gaiata, cómo se construyen..., en definitiva, acercar este símbolo a los más pequeños para que aprendan a quererlo desde la misma construcción de sus diseños. Además, la maqueta que se selecciona como ganadora se reproduce a escala de un metro, de manera que se conforma una interesante colección de piezas que se utilizan en exposiciones y acontecimientos de promoción. Una iniciativa que en 2023 cumplirá su vigésima edición, con un enorme éxito de participación, y que ya es un referente en los programas extraescolares que los centros educativos programan en su primer trimestre. Por otro lado, y con la aparición de las nuevas tecnologías luminotécnicas, en 2010 se toma una importante decisión en nombre de la sostenibilidad del planeta, con la reducción de la huella de carbono que produce el suministro eléctrico para las gaiatas. La tecnología LED permite un sinfín de posibilidades en cuanto a niveles cromáticos y de espectaculares cambios, pero con la décima parte de consumos energéticos. Se mantiene la esencia de la gaiata: la luz, pero mucho más ecológica y sostenible.

En el IV Congreso Magdalenero, favorecido por el Ayuntamiento de Castelló, se concluye que: «La Gaiata és símbol de la tradició i de la història de la ciutat, d’amor pels nostres ancestres, d’identitat col·lectiva del poble de Castelló i de la seua voluntat de projecció al món. La Gaiata és un element diferenciador de la cultura popular castellonenca que, cada any, es recrea i es comparteix, des de finals del segle XIX fins a l’actualitat, mitjançant les Gaiates monumentals. La Gaiata Monumental és una lliure interpretació d’aquell gaiato il·luminat que va ser a l’origen la Gaiata i en el qual són indispensables el gaiato, la llum i l’escut de la ciutat de Castelló. Històricament, la Gaiata monumental està destinada a desfilar en la processó d’entrada de la Tornà de la Romeria de les Canyes a la ciutat i aspira a ser una obra d’art efímera.»

En 2021, a propuesta de la Federación Gestora de Gaiatas, se relanza un concurso de gaiatas de mano, abierto a toda la ciudadanía castellonera.

La gaiata es el símbolo que da singularidad a nuestras fiestas. Es único y, por ello, da valor y diferenciación a nuestras fiestas frente a cualquier otra festividad. Hablar de gaiata es hablar de nuestra fiesta, de nuestras tradiciones. En definitiva, de nuestra ciudad. Es, por lo tanto, una tradición y un elemento festivo que integra el patrimonio cultural de nuestra ciudad, representado, en la actualidad, en gaiatas de mano, individuales, infantiles y, fundamentalmente, en las monumentales. O, simplemente, con la conjunción del cayado y el farolillo que pueda adornar un balcón, un escaparate... Y esta tradición se transmite de generación en generación y queda manifiesta anualmente en la semana grande magdalenera, que genera sentimiento de identidad de un pueblo.

2.4.1 Patrimonio relacionado: a continuación detallamos, sucintamente, elementos y acontecimientos intrínsecamente asociados a la gaiata:

Gaiata de mano de diferentes años. El Ayuntamiento de Castelló dispone de varias gaiatas de mano (individuales) conservadas en el Museo de la Ermita de Fadrell y en el Etnológico. Del mismo modo, diferentes colectivos festivos y culturales, o incluso particulares, disponen de sus gaiatas de mano, en sus respectivas sedes sociales o domicilios.

Gaiatas de Adsuara de 1952. La Fundación Caixa Castelló guarda la gaiata diseñada por Juan Bautista Adsuara, de 1952, realizada para la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Castellón, realizada con motivo de las fiestas del séptimo centenario de la ciudad.

Los cuatro brazos inferiores de la gaiata 15 Sequiol de 2009: de madera cortada y policromada, con las figuras de los personajes mitológicos Rey Barbudo, Tombatossals, Arrancapins y Bufanúvols, y con farolillos de cristal decorados en cristalera, donados por esta asociación al Ayuntamiento de la ciudad para el futuro Museo de la Gaiata. Maquetas de gaiatas monumentales ganadoras. El Patronato de Fiestas dispone, desde 1994, de maquetas de las diferentes gaiatas que se quedaron con el primer premio y que, en la edición siguiente, obtuvieron la designación de Gaiata de la Ciudad. Maquetas ganadoras del concurso escolar. La Asociación Cultural Gaiata 15 Sequiol dispone, desde 2004, de maquetas que reproducen la maqueta ganadora del concurso escolar de maquetas. Varias piezas (escudos de la ciudad, gayatos, tallas de madera, cristaleras..., pero también material técnico como cambios eléctricos y electrónicos, manecillas de conexión del sistema de suministro que funcionó desde 1949 hasta 1991...) que han pertenecido a diferentes gaiatas, monumentales e infantiles, que son guardadas por las asociaciones culturales de gaiata que las construyeron.

Las niñas del «meneo». Niñas vestidas de blanco, con mallas y falda de tul, que menean el cuerpo al andar con los brazos en jarra, y que van atadas a la gaiata por largas cintas blancas. Representan la leyenda del descenso de la ermita, en el que los niños y niñas pequeños iban atados a los gayatos iluminados de los padres.

Los cuatro carros triunfales. Como hemos visto, las primeras gaiatas individuales del siglo XX desfilaban entre unos carros triunfales con varias estampas de María Magdalena. Hoy en día, estos carros continúan procesionando, pero, dada la actual organización del desfile de las gaiatas, van incorporados en la tornada. Estos cuatro carros representan las siguientes estampas: la Magdalena profana, la conversión de Magdalena en casa de Simón, el monte Calvario con las tres Marías y san Juan y la Magdalena arrepentida.

Las tres caídas. En el momento del encuentro de las dos comitivas (la que espera a los romeros en el Forn del Pla y la misma vuelta), tiene lugar el acto de las tres caídas, acto de veneración de la cruz protagonizado por tres niñas que encarnan las figuras de las tres Marías (María, la madre de Jesús, María, la de Cleofás, y María Magdalena) y un niño que representa la figura de san Juan. Por indicación del antiguamente llamado Agüelo Reverències, las tres Marías y san Juan inclinan tres veces la cabeza y efectúan tres genuflexiones ante la imagen del Crucificado, una bella talla del escultor castellonense Juan Bautista Adsuara. Finalizado el acto, se inicia la procesión nocturna por las calles de la ciudad. Es, por lo tanto, el preludio inicial que dará paso al desfile de los cuatro carros triunfales y, posteriormente, al desfile de las gaiatas.

2.4.2 Personajes: indumentaria, prácticas y funciones. Las diecinueve asociaciones culturales gaiata de la ciudad. Castelló está dividido en diecinueve sectores y, en cada uno de estos, desarrolla sus funciones una asociación cultural denominada «gaiata» y definida con un dígito (del 1 al 19) y una denominación característica de su emplazamiento. Uno de los objetivos básicos de cada una de estas asociaciones es el fomento, el desarrollo y la construcción de las gaiatas monumentales, infantiles y de mano, que cada año participan en los actos del desfile de las gaiatas y el encendido de las gaiatas, y que preside la actividad festiva de cada sector durante todas las fiestas de la Magdalena.

En este sentido, cabe reconocer el papel fundamental de la Federación Gestora de Gaiatas como ente que aglutina a las diecinueve comisiones de sector. A diferencia de lo que ocurre con otras fiestas hermanas, la construcción de las gaiatas, hoy en día, no la realizan profesionales, sino que son los mismos asociados quienes la llevan a cabo siguiendo las directrices de un artista gaiatero, que hace el diseño e imagina cómo y con qué se construirá el monumento. Una tarea que se desarrolla a lo largo de todo un año porque, finalizadas las fiestas y realizado el proceso de desmontaje de las gaiatas de esa edición, se empieza con los primeros esbozos de lo que serán las próximas gaiatas.

Como hemos visto en los puntos anteriores, la gaiata monumental y, por similitud, la infantil son bautizadas con un nombre o lema por las madrinas (de aquí, su denominación) de las comisiones. Un acto que se realiza días antes de que las gaiatas salgan de sus almacenes, donde han sido construidas, para desfilar por las calles de la ciudad en busca de su emplazamiento central, dentro de su sector. En cuanto a la indumentaria, podemos diferenciar: por un lado, las personas portadoras de las gaiatas, que utilizan ropa de labrador/saragüells o labradora. Mientras que en la comitiva que acompaña a las gaiatas visten los trajes festivos de castellonera y castelloner (satén).

Artistas gaiateros. El artista gaiatero es la persona que concibe, en su imaginación, lo que será la nueva gaiata. Hace sus primeros esbozos y determina qué materiales utilizar, las formas que se realizaran... en definitiva es quien crea la gaiata. Como hemos visto en la historia descrita en puntos anteriores, la implicación de prestigiosos artistas en el diseño y la construcción de gaiatas ha sido constante.

Otras entidades festivas o ciudadanos anónimos construyen sus gaiatas de mano, para participar en la tornada o en los diferentes concursos que se programan. En su participación en los actos, la indumentaria del portador o portadora es de labrador/saragüells o labradora. Dentro de este grupo, podemos incluir a todos los escolares de los centros de Primaria y Secundaria de la ciudad que participan en el Concurso Escolar de Maquetas de Gaiata, que organiza la Asociación Cultural Gaiata 15 Sequiol.

2.4.3 Elementos y procesos. Evolución y secuencia temporal. A continuación, exponemos una secuencia temporal de los procesos con los que se construye una gaiata monumental y que nos pueden servir de guía para cualquier manifestación gaiatera. Para que una gaiata se considere como tal, tres son los elementos fundamentales que tienen un papel importantísimo en su diseño: el gayato, la luz y el escudo de la ciudad. Los dos primeros, obviamente, por su significación con la tradición fundacional de la ciudad. El tercero, como elemento diferenciador que le confiere la entidad propia de Castelló.

Como hemos dicho, hay completa libertad a la hora de diseñar una gaiata, pero se tienen que considerar ciertas proporciones con fines estéticos y de proporcionalidad. Así, buscando una mayor esbeltez y estilizar sus formas, se tiene que considerar que, en proporción, la anchura total del diseño debe ser la mitad que su altura. Otra peculiaridad que se debe tener muy en cuenta es la característica de monumento movible, en todo o en parte, pero tiene que ser capaz de poder desfilar. Para lo que se hace necesario disponer de un carro sobre el cual construir nuestra gaiata. La base de este es, generalmente, de forma cuadrada, dada la facilidad que supone a la hora de diseñar el cuerpo de la obra, puesto que se dispone tanto de los planes perpendiculares a las caras como los dispuestos en sus diagonales. Por eso, insistimos, no es obligatorio. Rectangular, circular, hexagonal…, cualquier forma que el artista gaiatero estime oportuna es aceptable, teniendo que tener una estatura no superior a un sexto del total. Pero esta necesidad de desfilar marca las únicas limitaciones a la hora de diseñar nuestra gaiata. El todo o la parte que tiene que desfilar no puede exceder los seis metros de estatura, medidos desde el suelo, ni se aconseja que exceda los tres metros de ancho.

Por último, pero no por eso menos importante, debemos conferir a nuestro diseño la necesaria estabilidad. Hay que tener muy presente al proyectar la envergadura de nuestro diseño que este sea estable, tanto en su posición de reposo como en su condición de itinerante. Con todo, podemos definir una serie de pasos que hay que seguir para realizar un completo diseño de nuestra gaiata, que, a continuación, pasamos a describir sucintamente. No se debe entender este proceso como riguroso y esencial para poder diseñar nuestro monumento, ya hemos dicho que el artista gaiatero tendrá total libertad en su diseño, sino que es una secuencia lógica de acciones que puede ayudar a realizar, con éxito, nuestra gaiata.

a) Esbozo: es la fase creativa del artista. Sin cotas que limitan la imaginación artística, se plasman sobre el papel las líneas generales del monumento, tanto en su alzado como en su planta. Se trabaja más en el conjunto que en la particularidad de cada uno de los elementos que la conforman. Esta fase finaliza con la selección del lema: expresión que concentra la esencia de nuestra obra.

b) Diseño: esta etapa es mucho más técnica, puesto que se trata de analizar todos y cada uno de los elementos que componen nuestra obra. Se analizan sus dimensiones, cómo y con qué materiales se tienen que hacer, qué elementos luminotécnicos son los más adecuados y, sobre todo, cómo se interrelacionan con las otras partes. Así se diseña la estructura de la gaiata: su esqueleto. Sobre este se diseña cómo se irán acoplando el resto de elementos decorativos y de iluminación o de qué manera quedarán unidos entre sí. También en esta fase se determinan colores, técnicas de decoración y aquellos elementos artísticos que, por su relevancia, resaltarán sobre el conjunto.

c) Maqueta: en esta fase se construye –o se modela de manera digital– una maqueta, a escala, de nuestra gaiata. Partiendo de los diseños de la etapa anterior y utilizando materiales fácilmente manejables y de características estéticas similares a los seleccionados para cada elemento de nuestra obra, se inicia la construcción de la maqueta. Esta fase tiene mucha importancia, puesto que sirve para analizar todas y cada una de las soluciones adoptadas en la fase anterior y se pueden introducir modificaciones en el diseño que faciliten, mejoren o solucionen problemas no previstos. Es la primera visión en tres dimensiones de nuestro diseño, de forma que también pueden observarse y rectificarse planteamientos no considerados en nuestra percepción plana, de dos dimensiones.

d) Construcción: con anterioridad al inicio de esta fase, se realiza un ajuste del diseño con la información obtenida en la construcción y posterior análisis de la maqueta. En este punto queda definido el presupuesto total de nuestra gaiata. En este momento se inicia una carrera contrarreloj para poder finalizar el trabajo en la fecha prevista. Siguiendo el diseño previsto y con la experiencia obtenida en la construcción de la maqueta, la coordinación de los diferentes equipos de trabajo es fundamental para conseguir el objetivo, puesto que el más mínimo retraso en uno de estos puede suponer la paralización del resto, con el consiguiente peligro de no llegar a la fecha prevista. En primer lugar, se construye la estructura metálica que servirá de apoyo al resto de elementos. Con las primeras mediciones reales de la estructura, se inicia el trabajo de los elementos decorativos. Corte y tallado de madera, corte de vidrios, diseños de dibujos, policromados, pulidos… Todas y cada una de estas piezas se van ajustando y uniendo a la estructura para ir dando forma al conjunto. Paralelamente, se va montando la instalación eléctrica, tanto general como en todos y cada uno de los elementos que conformarán la iluminación de la gaiata. Poco a poco, van ocupando su lugar todos y cada uno de los elementos, debidamente acabados.

e) Bautizo: aunque no es una etapa en el diseño y la construcción de una gaiata, sí que lo es dentro del sentimiento de los festeros, puesto que supone la culminación de un gran proyecto con una infinidad de esfuerzos, muchas horas de trabajo y, sobre todo, muchísima ilusión por mantener viva la esencia de nuestras fiestas. Como si se tratara de la botadura de un barco, las madrinas (de aquí, su nombre) bautizan con cava su gaiata. Lo que en su día empezó siendo un dibujo sobre un papel es ya gaiata. Podemos decir que los procesos de esbozo, diseño y maqueta se desarrollan a partir del mes de mayo –abril se deja para el desmontaje de las gaiatas de la edición anterior– y debe estar concluido a primeros de septiembre. En septiembre se inicia el proceso de construcción, que durará hasta finales de febrero, principios de marzo (dependerá de la fecha de las fiestas de esa edición, que depende de la Cuaresma). La semana previa al inicio de fiestas suele estar dedicada al quinto proceso: el bautizo de la gaiata con su lema.

3. Percepción e implicación de la población y grado de apertura al público: como hemos visto ya, la implicación de la población, de manera directa, a través de las asociaciones y colectivos que fomentan y construyen los diferentes tipos de gaiata, es evidente, pero, la participación, de manera indirecta, de la población en general es máxima. Esto queda referenciado tanto en el acto del desfile de las gaiatas, como en el del encendido de las gaiatas, que son de los más multitudinarios del programa festivo, ya que congregan público de todas las edades e, incluso, gente otros municipios que se acercan a contemplar las gaiatas. Cada una de las gaiatas situadas en su sector es un reclamo para el público, que las puede visitar, de manera libre, tanto en su imagen diurna como nocturna, con el añadido de los efectos luminotécnicos. Esto genera movimiento de ciudadanía entre los diferentes barrios de la ciudad, pero también de gente que viene de otros municipios únicamente movida por ver las gaiatas, sobre todo las ganadoras de los primeros premios y que tienen difusión en los medios audiovisuales, tanto locales como autonómicos o generales. Además, la gaiata monumental por el hecho de ser el referente del barrio genera un sentimiento de orgullo «patrio», que hace participar al vecindario de los logros cosechados por sus monumentos, que son referencia en los medios de comunicación y ponen en el centro de la noticia al barrio y sus gentes.

4. Salvaguardia: como hemos visto hasta ahora, el símbolo de la gaiata es el elemento diferenciador de la fiesta castellonense y tiene un arraigo muy interiorizado entre los colectivos culturales y festeros de la ciudad, pero también en la población en general, como lo muestra la alta participación de escolares en la fabricación de maquetas. Pero no es menos cierto que, hoy por hoy, únicamente las diecinueve asociaciones culturales de la ciudad promocionan y confeccionan las gaiatas monumentales e infantiles. Y esto requiere apoyo. No solo económico, sino de promoción, tanto interna como hacia el exterior. Por eso entendemos todos los actores implicados en mayor o menor grado, y que se adhieren a esta iniciativa, que salvaguardar el símbolo de la gaiata de Castelló, con su máximo referente, que es la gaiata monumental, dentro del ordenamiento que ofrece la actual Ley de patrimonio cultural valenciano, como bien inmaterial de interés cultural, es conforme, procedente y necesario para poder dar continuidad a este bien y perpetuar la construcción de la gaiata monumental, como máximo referente de este símbolo por antonomasia de la ciudad de Castelló. En este sentido, se proponen algunas acciones encaminadas a salvaguardar tanto los bienes materiales implicados como aquellos acontecimientos o tradiciones inherentes a estos.

Apoyo institucional encaminado, al menos, a preservar la construcción de las diecinueve gaiatas monumentales que se realizan actualmente. Además de fomentar el incremento de este número con la participación de otras entidades u organismos. La implicación del tejido empresarial en esta faceta tiene que ser vital, tanto en el apoyo económico como también en el tecnológico. En este sentido, la Universitat Jaume I debe desempeñar un papel importante en cuanto a nuevas tecnologías, nuevos materiales, técnicas de diseño, etc.

Buscar y catalogar todos los bienes materiales existentes referidos a la gaiata. Actualmente, encontramos gaiatas individuales –que se deberían datar, catalogar y restaurar–, piezas de gaiatas singulares, maquetas de gaiatas de primeros premios... en diferentes espacios y sin un aprovechamiento lógico y visible. En este sentido, adquiere peso una vieja aspiración de los festeros, que es el Museo de la Gaiata. Un espacio que sirva para concentrar y preservar los objetos, que se pueda visitar de una forma razonada y explicativa, pero también que pueda servir como centro de investigación de la historia de la gaiata. Para todo ello, debe ser un objetivo de esta acción recuperar toda la documentación existente en los archivos de las anteriores Junta Central de Festejos y Junta de Fiestas en lo respectivo a gaiatas (esbozos, concurso, convocatorias, construcción de gaiatas de la ciudad...), y digitalizarla de forma que se pueda consultar fácilmente. Dentro de este apartado, la conservación de las maquetas de gaiatas ganadoras desde 1994 que por su «olvido» presentan algunas deficiencias. Y, por qué no, con la documentación que se pueda obtener de archivos, construir reproducciones de gaiatas ganadoras de años anteriores. Aquí debe ejercer un papel determinante tanto la Federación Gestora de Gaiatas como la Asociación de Artistas Gaiateros.

Pedir a las instituciones públicas más apoyo y proyección de la gaiata como símbolo inequívocamente genuino de nuestra ciudad, tanto hacia el público interior como, sobre todo, hacia el público exterior. Las redes sociales, los circuitos turísticos, los puntos de entrada de turistas a la ciudad..., tienen que contar con información detallada de lo que es una gaiata, cuándo poderlas vivir...

(Publicado en el DOGV 9733, de 27 de noviembre de 2023)

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